Las cuentas infantiles son un clásico y una forma de ahorro tradicional para niños. Muchos padres las utilizan como fórmula para iniciar a los pequeños en la gestión financiera y otros porque muchas veces no hay mejor regalo que una aportación en efectivo para empezar a edificar su futuro económico.
Pero al igual que en su momento nos preguntamos si una cuenta de ahorro es el mejor vehículo para ahorrar, ahora hacemos lo mismo con las cuentas infantiles. Y es que el hecho de que sean el producto más popular no quiere decir que sea el más adecuado. De hecho, si lo que quieres es que aprenda a ahorrar, hay una fórmula mejor.
Hay dos factores que avalan el éxito de la las cuentas de ahorro para niños. El primero es la familiaridad con el producto. Todos los padres conocen las cuentas corrientes y también familiares y amigos. Si una persona quiere regalar dinero a su ahijado o su nieto, lo más sencillo es darle un número de cuenta. Además, muchos no entenderían que le hablases de poner el dinero en otro lugar y tendrías que dar alguna explicación adicional.
El segundo elemento es obra y gracia del departamento de marketing de los bancos. Un bonito regalo para tu bebé tiene más poder en tu cabeza que el rendimiento real que pueda ofrecer la cuenta a largo plazo. Tu cabeza procesará lo bien que te vendrá ese peluche, esa cunita… Y si vas con tu hijo, él mismo te pedirá la mascota, el bolígrafo o lo que sea que le regalen.
Y sin embargo lo que realmente debes tener en cuenta es la rentabilidad, el horizonte temporal y el riesgo que asume. En otras palabras, no tratarla este ahorro de forma diferente a lo que harías con cualquier otra inversión como, por ejemplo, tu jubilación. La mayoría de la gente no lo hace y piensa que como no está dispuesto a arriesgar ese dinero, mejor decantarse por opciones ultraconservadoras, incluso cuando no piense tocarlo en 18 años. Si es tu caso simplemente reflexiona sobre lo siguiente ¿Ahorrarías para tu retiro sólo en una cuenta corriente?
La rentabilidad a largo plazo de una cuenta infantil
Si ya tienes claro que una cuenta para niños no es la única alternativa para el ahorro de tus hijos llega el momento de compararla con otras fórmulas de inversión.
Las cuentas infantiles son, por definición, un producto de bajo riesgo pero también de escaso e incluso nulo rendimiento. Lo más normal es que su rentabilidad oscile entre el 0,3% y el 0%, aunque también que no cobren comisiones de mantenimiento. El problema en este punto es que corres el riesgo de que la inflación se coma los potenciales beneficios y que incluso ese dinero pierda poder adquisitivo real.
Además, si hay una máxima que debes tener clara es que para horizontes de inversión a largo plazo debe ser la rentabilidad. La traducción es que si quieres hacer un favor a tu hijo y a su futuro económico, lo mejor que puedes hacer es asumir riesgos para ese dinero. En este artículo te explicamos exactamente por qué, aunque nada como los números para que lo entiendas.
El siguiente cuadro resume cuánto obtendrás por los ahorros de tu hijo en 18 años si aportases 20 ó 50 euros al mes dependiendo de la rentabilidad que logres para ese dinero.
Como puedes ver, existen grandes diferencias. A largo plazo el interés compuesto hará crecer más rápido los ahorros de tus hijos si estás dispuesto a asumir ciertos riesgos.
Alternativas a las cuentas infantiles
Con los números anteriores en mente ¿qué productos financieros pueden ayudarte a lograr esas rentabilidades? Opciones hay muchas, pero dos destacan por encima del resto: una cartera de acciones o una cartera de fondos de inversión.
Para las acciones se puede optar por acudir a bolsa, que representaría el modelo tradicional, o invertir parte en empresas de nueva creación a través, por ejemplo, de plataformas de crowdfunding. El primer modelo cuenta con la ‘garantía’ de que a largo plazo el mercado bursátil tiende a subir, pero eso no quiere decir que no se pueda perder dinero. La segunda fórmula es más arriesgada, pero también tiene más potenciales beneficios. Una empresa incipiente que tenga éxito puede multiplicar hasta por 10 y por 1.000 su valor, pero también puede quebrar o quedarse tal y como estaba cuando apostaste por ella.
En cuanto a los fondos de inversión, cuentan con la ventaja de que aportan una mayor diversificación que las acciones y una fiscalidad positiva que permite diferir el pago de impuestos. Para que lo entiendas mejor, cada vez que vendas una acción pagarás a Hacienda independientemente de lo que hagas con ese dinero, mientras que si vendes un fondo pero usas los beneficios para comprar otro, no pagarás a Hacienda. De hecho, sólo tributarás cuando vendas y te quedes el dinero.
El capital de entrada puede ser el mayor problema, pero hoy en día hay fondos low cost que se pueden contratar desde 200 euros. Así podrás diversificar bien tu inversión.
Y si todo esto te parece demasiado complicado, hay una alternativa intermedia. En el curso Alta Rentabilidad te enseñamos qué producto concreto elegir para el ahorro de tus hijos.
Conocer la mejor alternativa