Las suscripciones se han convertido en el estándar de consumo para productos que hasta hace poco se compraban en un único pago. El mejor ejemplo es el tradicional Microsoft Office, que ha migrado ya hacia un sistema de suscripción mensual o anual, aunque todavía mantiene el paquete Office Hogar y Estudiantes a un precio más alto y sin los servicios incluidos en las suscripciones.
Con la música y el cine ha pasado algo parecido. Las ventas de CDs y DVDs se han desplomado y no ha sido por la piratería. El verdugo de estos formatos ha sido un nuevo formato, igual que el CD mató al casete. La diferencia es que ya no se trata de un formato físico, sino de uno virtual: el streaming online mediante suscripción o sistemas freemium (gratis hasta un punto y de pago para el acceso completo), como hace Spotify.
Esta tendencia hacia un modelo de suscripciones de pago tiene un impacto directo sobre nuestras finanzas. Donde antes comprabas un CD, ahora pagas una suscripción mensual. Esta es una opción más rentable para las empresas, que sin embargo corren el riesgo de que puedas cancelar la suscripción en cualquier momento. En ese punto es donde entran en juego las suscripciones anuales. En otras palabras, la opción de pagar todo el año de golpe y ‘olvidarte’, además de recibir normalmente alguna ventaja adicional en forma de descuento.
El problema es que conforme más productos y servicios se ofrecen bajo este modelo, más crece el número de suscripciones que pagamos. Y cuantas más suscripciones tengas, más importante es priorizar y pensar cuáles necesitas de verdad y cuáles son prescindibles.
El Día de las facturas que vimos en la Unidad 19 sirve para identificarlas, pero después queda la tarea de decidir. ¿Cuándo merece la pena contratar la suscripción anual? ¿Cuándo hay que decantarse por la suscripción mensual?
ÍNDICE
Qué suscripciones anuales te interesan
Para que una suscripción anual sea interesante tiene que cumplir los siguientes requisitos:
Ahorrarte tiempo y esfuerzo
Una de las ventajas de las suscripciones anuales es que son más cómodas. Pagas una vez y te olvidas durante todo un año. Eso sí, para evitar que se renueve automáticamente deberías poner una alerta en tu calendario por lo menos con 15 días de antelación antes de que llegue el momento. Así podrás avisar con tiempo si no quieres renovar. La excepción la marcan los seguros, a los que deberás avisar por lo menos con un mes de plazo.
El único problema es que después te olvides de cuántas suscripciones tienes. El Día de las Facturas para ahorrar te ayudará en este punto.
Ser un gasto alineado con tus intereses y de uso intensivo
Esta es la condición más importante. Como norma básica, no deberías firmar suscripciones anuales de servicios que no uses normalmente y que sean muy importantes para ti. El primer motivo es que, si no lo usas asiduamente y no es tan importante, es un candidato idóneo para aplicar en algún momento el truco suspender una de tus suscripciones un mes o, en su defecto, compartir la suscipción con otras personas para ahorrar dinero. El segundo es que así evitas caer en la trampa de las renovaciones automáticas.
Tener alguna ventaja adicional
Además de ser más cómodas, las suscripciones deberían tener alguna otra ventaja, como por ejemplo un descuento adicional sobre la suscripción mensual.
Esto es precisamente lo que hacen muchos gimnasios y tiene su lógica. A fin de cuentas, estás adelantando dinero a la empresa por el uso futuro que harás de sus servicios.
Esto a la inversa es lo que hacen muchas aseguradoras cuando fraccionan el pago del seguro. No es que hagan un descuento por el pago anual (a fin de cuentas, los seguros ya se firman por una duración de un año), sino que amplían el precio o cobran más cuando divides el abono de la prima.
La suscripción debe tener sentido en sí misma
Además, la suscripción en sí misma debe tener sentido. A modo de ejemplo, la suscripción a Amazon Kindle Unlimited tiene un precio de 9,9 euros al mes, por lo que si no lees más de dos libros al mes puede no compensarte, sobre todo porque con Prime Reading ya tienes acceso a un extenso catálogo de libros por 19,95 euros al año. A esto se añade que por 10 euros puedes comprar libros rebajados que después conservarás para siempre, mientras que con estas suscripciones, los perderás al darte de baja del servicio.
En esta misma línea, los 10 euros que cuesta Spotify (9,99 euros al mes) suponen 120 euros al año o 1.200 euros en una década. Con ese presupuesto podrías comprar unos 120 álbumes o 1.100 canciones. ¿Te parecen pocas? En realidad, pueden que sean más que suficientes porque si te fijas en tus patrones musicales, terminarás volviendo casi siempre a los mismos discos y artistas.
Como explican desde Xataka, el 95% de la música que escuchamos son los mismos 20 o 30 álbumes. Lo que ocurre es que tu cabeza, como la de la mayoría, prefiere tener más ‘por si acaso’. Igual que con la trampa del gasto creciente, nuestros instintos pueden jugarnos malas pasadas. Por eso mismo son tan peligrosas las suscripciones anuales y por eso deberías también limitarlas a las más importantes para ti.
2 Comments on “Cuándo compensa firmar una suscripción anual”
A mí me gusta firmar la suscripción anual con mi gimnasio porque me sale más barato y además me obliga a ir ya que lo he pagado.
Buenas Andrés,
Las suscripciones anuales siempre suelen más baratas. La clave para aprovecharlas es saber que vas a usarlas sí o sí. En el caso del gimnasio, si ya tienes la rutina de ir, puede ser una buena idea. Sin embargo, firmar por una año para ‘obligarte’ a ir si no tienes esa costumbre, puede no serlo tanto. De hecho, es muy habitual que ‘no te enganches’ y, por lo tanto, que termines sin ir.