María Leániz ayuda a las personas a llevar el orden a sus vidas. Desde la web Atelier del orden y sus redes sociales ofrece trucos, consejos y herramientas para combatir el desorden.
Asegura que una estancia ordenada aporta paz y tranquilidad de espíritu y no le falta razón. En esta entrevista nos cuenta los errores que cometemos al ordenar y también al enfocar el orden en casa y en nuestras vidas.
Ahorrar reduce el estrés y ver una estancia en orden, también ¿Cuál es el impacto real de tener tu casa ordenada?
Para mí el mayor impacto es la paz y serenidad que te aporta una casa ordenada. El desorden y la acumulación de cosas generan estrés y caos, limitan nuestro bienestar y deterioran la convivencia y la armonía familiar. Numerosos estudios han demostrado que las personas que viven en un entorno desordenado presentan niveles elevados de cortisol, la hormona que combate el estrés.
Cuando tu hogar está en orden toda tu rutina diaria es más fácil y cómoda, y eso te permite relajarte. El cerebro encuentra un entorno previsible en el que tiene que gastar menos energía para hacer las cosas rutinarias y puede centrarse en otras. El cuerpo y la mente se relajan y te invade una paz mental que favorece una actitud mucho más positiva.
En segundo lugar, tener tu casa organizada y en orden te da una sensación muy placentera que es la de tener el control de tu vida. Cuando vas a salir de casa y sabes exactamente dónde tienes las llaves, la cartera o el paraguas si está lloviendo. Lo encuentras todo a la primera. Echas un vistazo y ves tu cama hecha desde por la mañana, las superficies del salón y la cocina despejadas. El saber que has podido crear y mantener ese orden, esa estructura, te hace salir a la vida con mucha seguridad y confianza en ti, motivado para seguir haciendo las cosas bien cada día.
¿Y por qué nos cuesta tanto conseguirlo? ¿Cuál es el mayor error que cometen la mayoría de personas en su casa y con sus pertenencias?
Nos cuesta conseguirlo porque no le damos la importancia que merece. Si tenemos poco tiempo, el orden lo relegamos al último lugar, sin darnos cuenta de que repercute en muchas áreas de nuestra vida. Y también porque para muchas personas el proceso de ordenar es aburrido, aunque reconozcan que el resultado final les beneficia. Así que, como en tantas cosas, se necesita de algo de fuerza de voluntad o de disciplina y muchas veces nos puede la dejadez.
Hay dos errores que cometen una gran parte de las personas que tienen problemas para tener su casa ordenada. El primero es acumular demasiadas pertenencias que no utilizan y no poder desapegarse de ellas. La acumulación es uno de los mayores enemigos del orden.
El segundo es no dejar las cosas en su sitio inmediatamente después de usarlas. Parece que no pasa nada por entrar en casa y tirar el abrigo sobre el sofá o terminar de merendar y dejar el plato y el tenedor en la encimera de la cocina. Pero las cosas se van acumulando y, cuando te quieres dar cuenta, ya no tienes ni tiempo ni ganas de devolverlas a su sitio y el desorden cada vez se hace más grande e inasumible.
¿Cuáles son las mejores estrategias para mejorar en nuestro orden?
Lo primero, reflexionar sobre aquellas situaciones de nuestro día a día donde se genera el desorden o la desorganización, que probablemente sean hábitos mejorables o procesos de rutinas mal diseñados. Una vez detectados, replantearlos o cambiarlos. Y, a partir de ahí, ser muy constante al principio hasta que integremos los nuevos hábitos o pequeños procesos del día a día.
Intentar reducir el número de cosas que tienes siempre juega a favor del orden. Y mucha constancia. El orden es una pequeña parte de técnica y mucha constancia, prueba y error e ir depurando objetos y aplicando la máxima ‘guardar después de usar’ con cada cosa. Esa es la clave. En lo pequeño está lo grande.
¿Y para ordenar nuestra vivienda?
Es importante no dejar entrar en casa nada que no tengas muy claro que vas a usar, es decir, no comprar por comprar, no coger cosas que te dan simplemente porque sean gratis o por no saber decir que no a familiares o amigos. Todo lo que entre va a costar que salga, ya que generamos apegos hacia nuestras cosas, así que ayúdate no dejando entrar en tu casa cosas que no vayas a utilizar o te gusten de verdad y te hagan feliz.
Si tu casa se te ha ido de las manos y tienes una situación de desorden o acumulación importante, hay que seguir las fases de todo proceso de ordenación:
- Clasificar por categorías; por ejemplo, pantalones o jerséis en el caso de la ropa o cereales y panes o botes de conservas en el caso de la despensa.
- Asignar un lugar a cada cosa, por pequeña e insignificante que sea.
- Limpiar en sentido literal el armario, cajón o balda antes de guardar las cosas ya en orden. Y también en el sentido de limpiar tu hogar de cosas que no usas, descartar y practicar el desapego.
- Guardar cada cosa en el sitio asignado.
Y, si vives en familia, es fundamental el reparto de tareas, cada uno en función de su edad y su momento vital.
Uno de los retos más complicados es aprender a deshacerse de las cosas que hemos acumulado ¿Qué trucos o estrategias se puede utilizar para lograrlo?
Trucos hay muchos; por ejemplo, posponer la compra una semana desde que te llega el primer impulso de compra: quiero el abrigo del escaparate, ha salido un nuevo modelo del reloj que me gusta y está de oferta. En ese plazo muchos impulsos de caprichos se diluyen. La compra excesiva llena nuestra casa de cosas que luego no utilizamos.
Otros consejos podrían ser no caer en las ofertas de 3×2 del supermercado si no es algo que llevamos en la lista de la compra, o no ir “de tiendas” sin un objetivo claro, solo a dar una vuelta y mirar, porque compraremos cosas que no necesitamos.
Y si ya tenemos un problema de acumulación, hay que trabajar el desapego no cayendo en las trampas que nos pone el cerebro: ¿y si lo tiro y luego lo necesito?, ¿y si adelgazo y vuelvo a esta talla?, ¿cómo lo voy a dar si está nuevo?, ¿cómo voy a desprenderme de los dibujos de mis niños de pequeños o de los recuerdos de mi abuela?
Para combatir estos pensamientos, ayuda tomar conciencia de 2 cosas:
- Llegamos a esta vida sin nada y nos iremos sin nada. No tiene sentido pasarla acumulando.
- Las personas no están en las cosas. Las experiencias que vivimos anidan en nuestro recuerdo y en nuestro corazón, no las personalicemos en objetos guardados que nunca volveremos a mirar ni utilizar.
¿Y cómo podemos decidir de qué hay que deshacerse y de qué no?
Eso es una decisión muy personal. Cada uno tiene que decidir lo que es verdaderamente importante y mantenerlo. Pero deberían ser pocas cosas porque si no, no estamos separando el polvo de la paja.
A muchas personas les cuesta tremendamente dejar ir pertenencias. Unas pautas que pueden ayudar serían las siguientes:
- Cosas que tengas repetidas.
- Cosas que tengan algo roto.
- Cosas que no te gustan.
- Cosas que no usas.
- Ropa que no te cabe.
- Cosas que no has mirado (fotos), visto o escuchado (cds, casettes, cintas de vhs) en los dos últimos años.
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¿Cuál es el efecto de acumular y acumular en nuestra vida y en nuestra casa?
Yo trabajo mucho con personas acumuladoras en distintos grados, desde acumulación ligera hasta trastornos de acumulación, y veo a diario que la acumulación genera mucha infelicidad.
Generalmente la persona que acumula está tapando alguna carencia emocional que busca satisfacer con la subida de endorfinas que proporciona momentáneamente la compra de algo deseado. Pero ese ‘chute’ de felicidad se esfuma en seguida y las cosas se quedan abarrotando nuestra casa y sumándose a otras con las que ya hemos generado apegos y de las que no podemos desprendernos.
Tener demasiadas cosas dificulta la limpieza y hace que nos movamos en espacios poco saludables, llenos de polvo y pequeños insectos, con riesgo de caída por tropiezos. Daña nuestra salud mental, merma nuestra autoestima, nos devuelve una imagen pobre de nosotros mismos, de falta de control de nuestra vida. En algunos casos limita nuestra vida social ya que no queremos que nadie vea en qué estado está nuestro hogar.
Y daña nuestra economía. Volvemos a comprar cosas que ya tenemos en casa porque no las encontramos. Es muy habitual encontrar, cuando vamos a organizar una casa, prendas en el fondo de un armario con la etiqueta puesta o 5 cucharas de madera iguales en la cocina. “Anda, mira dónde estaba esto, mira que lo busqué” es la frase que más escuchamos. Además, el mantenimiento de tanta cosa lleva aparejados gastos, o bien en contratar ayuda para ordenar y limpiar la casa, o bien en el mantenimiento lógico de las cosas que se agudiza si están amontonadas y se deterioran con más rapidez. Por no hablar del dinero que gastamos en comprar y comprar porque nos sentimos agobiados por la acumulación que tenemos. Es un círculo vicioso que convendría romper cuanto antes.
¿Cómo te puede ayudar un profesional del orden a mejorar tu vida?
Los Organizadores Profesionales trabajamos una visión global de la vida de la persona que nos llama. Valoramos las necesidades que tiene en su día a día, ayudamos a definir si los hábitos y rutinas que ha desarrollado son adecuados para su estilo de vida o hay que hacer cambios. Ayudamos con la organización y el orden del hogar, planificación de tareas del hogar, agenda personal y laboral, gestión del tiempo, para lograr que esa persona lleve una vida organizada gracias a la implantación de pequeños hábitos.
Y acudimos a casas y empresas a ordenarlas y organizarlas. Generamos procesos de orden para que esa casa o lugar de trabajo funcione con fluidez y consumiendo el menor tiempo posible. Optimizamos los espacios, distribuimos las cosas de forma que el orden sea fácil. Acompañamos en el descarte de pertenencias, guiando a la persona si esta lo quiere. Realizamos premudanzas y posmudanzas, vaciado de casas o habitaciones tras un fallecimiento o realizamos coaching o acompañamiento presencial u online para conseguir llevar una vida organizada y mantener tus espacios ordenados y crear buenos hábitos.
¿Qué dirías que es lo que más sorprende a tus clientes tras probar tus servicios y ordenar su vida?
Lo que más sorprende es el efecto que una casa ordenada genera en su estado de ánimo. Se sienten más felices, con más energía y con una fuerte dosis de motivación para mantener el orden y afrontar su vida. Asimismo, muchos clientes al cabo de unos meses perciben claramente pequeños ahorros de dinero vinculados al orden y te escriben para contártelo. Eso es muy gratificante.
Y, en los casos en los que hay demasiadas cosas en la vivienda y les acompañamos y asesoramos en el proceso de desprenderse de ellas, la sensación de liberación que sienten, de haberse quitado una mochila llena de piedras de encima, como me dijo un cliente en una ocasión.
Por último, el minimalismo es tendencia ¿Dirías que es para todo el mundo?
El minimalismo comenzó siendo una tendencia en el arte y la arquitectura y hoy se identifica también como una filosofía de vida que incluye la forma de pensar, de consumir e incluso de decorar nuestra casa.
Probablemente el minimalismo en sentido estricto sea solo para las personas que realmente sienten que es el estilo de vida que su esencia como personas les pide llevar. Para aquellos que buscan la simplicidad y la esencia, rayando el ascetismo. Sin llegar a ese extremo, creo que tiene componentes positivos que pueden beneficiarnos en general, como prescindir de lo superfluo o identificar lo verdaderamente importante para nosotros y, a consecuencia de ello, despejar los espacios que habitamos de aquello que verdaderamente no necesitamos o no nos hace felices.
Pero cuidado porque hay personas para las que lo esencial incluye muchas más cosas que para otras y es igual de respetable. Creo que el minimalismo no es para todos, no se puede forzar y es cada persona la que debe decidir hasta dónde quiere o no simplificar su vida y sus espacios.